Comarca de las Vegas
Villarejo de Salvanés y Fuentidueña del Tajo
Información
Villarejo de Salvanés y Fuentidueña del Tajo, ambas situadas en las vegas del río Tajo
Desde el s V hasta el s XVII
Igual que cuando leemos la biografía de un personaje famoso nos enteramos de un montón de cosas y de cotilleos, no solo de su vida sino también de otras personas que le rodearon y de la sociedad en la que vivía, existen lugares de los que se puede decir también que tienen biografía. Lugares especiales gracias a los que, por su importancia histórica, podemos llegar a saber un montón de cosas de las sociedades que los habitaron. ¡Una historia de marineros en plena meseta castellana!
Los visigodos: el pueblo olvidado
Si te preguntamos “¿Qué sabes de los visigodos?”, ¿podrías contestar algo? Igual te has quedado con el nombre de algún rey de la famosa lista —imposible de memorizar— que hace muchos años se aprendía en las escuelas, o lo más probable es que ¡ni eso! Pero no eres el único, lo mismo le ocurre a la gran mayoría de la gente. ¿Por qué esa amnesia colectiva, si los visigodos vivieron en Hispania nada menos que 300 años? Pues resulta que ese pueblo tan desconocido tuvo una importancia enorme en el desarrollo de los acontecimientos de la península ibérica.
Los visigodos venían de bastante lejos, nada menos que del sur de Suecia, y se llegaron a establecer en el Danubio. Pero del Danubio a Hispania ¡hay un trecho! ¿Cómo llegaron hasta aquí? Vinieron llamados por el emperador de Roma, que buscaba su cooperación para expulsar a otros pueblos bárbaros que se habían instalado en Hispania. Como luchaban para Roma, la caída del Imperio les pilló aquí y, con el paso del tiempo, acabaron haciéndose con el control de la Península, una minoría de unos ciento cincuenta mil crearon un reino con un derecho propio —eran bárbaros, pero no tanto—. No obstante, los visigodos no se llegaron a integrar nunca del todo con la población local de unos cinco millones de hispanorromanos ¡fallo! Este fue uno de los motivos de su rápida caída ante otros visitantes que venían a pasar aquí una larga temporada, los árabes.
Por desgracia, no quedan muchos restos visigodos en la península, pero estamos de suerte, ya que la mayoría se localizan entre el valle del Duero y el valle del Tajo. Durante su presencia aquí, Villarejo de Salvanés quedó en medio de dos grandes grupos de población visigodos, Recópolis y Toledo, de los que recibió una fuerte influencia. En Fuentidueña se han encontrado unas tumbas que forman parte de un conjunto de necrópolis visigodas que abundaban en torno al valle del Tajo.
La razón por la que quisieron instalarse en esta zona y no en otra con un clima más agradable es que —aparte de ser una región montañosa más parecida a su tierra de origen en el norte de Europa—, el centro de la Península era una zona estratégica como vía de paso entre el sureste y el norte, a la par que fértil, ya que el valle del Tajo proporciona abundantes recursos hídricos en un lugar de clima difícil como es la meseta castellana.
La más alta ocasión que vieron los siglos
La todopoderosa orden de Santiago: guerreros de frontera
Con la conquista islámica, Villarejo y Fuentidueña pasan a manos musulmanas, pero el avance al sur de los cristianos en la Reconquista hace que se conviertan en una zona clave para la defensa del territorio, formando parte de la Marca Media. Por cierto, que el escenario de la lucha cambiaba entonces radicalmente porque los cristianos, en lugar de tener montes donde refugiarse y hacer emboscadas como en el norte, se encontraban en una zona bastante llana que requería de una defensa y vigilancia constantes —lo que significaba que había que rascarse el bolsillo—.
Esta época coincidió además con la llegada de los almorávides del norte de África y con las cruzadas, ¡todas las manos para luchar eran pocas! En este ambiente surgen las órdenes militares, que tenían un aspecto religioso y otro militar, algo muy novedoso para la época y el mejor ejemplo de cómo la Iglesia se renovaba y se adaptaba a los tiempos que le tocaba vivir. En España surgieron distintas órdenes, pero la más conocida y la que tuvo más poder fue la de Santiago, fundada en torno al siglo XII. Esta orden suponía un ejército organizado y estaba comandada por un maestre que, a su vez, controlaba numerosos territorios y recursos para su financiación —como hemos comentado, algo fundamental entonces, tanto para sufragar los gastos de la contienda como para repoblar y proteger los territorios reconquistados—.
Entre los castillos propiedad de la orden están el de Villarejo de Salvanés y el de Fuentidueña del Tajo. Por el de Fuentidueña desfilaron ilustres prisioneros como Álvaro de Luna o el hijo de Juan Pacheco. La construcción está en ruinas debido al abandono y al expolio, pero aún así es una muestra del poder que llegó a abarcar la orden de Santiago.
Por otra parte, en la iglesia de San Andrés Apóstol en Villarejo de Salvanés se puede observar el escudo de la orden de Santiago, que ejerció gran influencia en la localidad debido a que en el siglo XV llegó a situarse en ella la cabeza de la encomienda de esta orden.
¿Sabías que esta tierra no solo proveía de maderas a los barcos? ¡Su importancia era vital en alta mar!
La vida en la armada más poderosa del mundo
En el siglo XVI Villarejo vivía una época de prosperidad debido a que era la cabeza de la Encomienda Mayor de Castilla de la Orden de Santiago. Con el final de la Reconquista, la sociedad se había transformado mucho, ya que los antiguos monjes-guerreros de la orden de Santiago se habían convertido en una especie de funcionarios al servicio de la Corona. Muestra del cambio de la orden de Santiago es la casa de la Tercia —hoy Museo Etnográfico—, que se utilizaba como almacén para guardar las rentas que la Orden obtenía en especie.
El auge de Villarejo coincidía con el auge total que vivía España a todos los niveles: político, militar y cultural. En aquel momento España era como el sheriff del mundo, con un papel parecido al de los Estados Unidos de América en la actualidad, e intervenía en todas partes, más allá de Flandes e Italia. Pero todo eso estaba a punto de volar por los aires ante el continuo avance del imperio otomano por el continente europeo.
La situación era complicada, y no nos extraña que tanto el papa como los monarcas de la Europa meridional reunieran a la Champion League de toda la cristiandad en la Liga Santa. A la cabeza de esta coalición europea se encontraba don Juan de Austria, hermanastro de Felipe II, al que se nombró comandante supremo de las fuerzas reales, lo que en términos de XXI sería Capitán General . Le acompañaba en la batalla Luis de Requesens, tutor personal de Austria y mayordomo de Felipe II, además ostentaba el cargo de comendador mayor de Castilla.
Como era de esperar, Requesens comandó como brazo armado de la contienda. Capitán General y Lugarteniente, habían concebido la ofensiva desde un punto de vista estratégico que le rompió por completo el saque a su adversario. Austria y Requesens trasladaron un campo de batalla a las tarimas de madera de los barcos, sobre las que los Tercios españoles -a acostumbrados a la tierra firme- se movieron como pez en el agua, y resolvieron la contienda en 4 horas, dándole, la victoria decisiva a Europa.
El papa Pío V atribuyó la victoria de los cristianos sobre los turcos a la intercesión de la Virgen María, en particular al rezo del Santo Rosario que él mismo había recomendado rezar para conseguir la intercesión de la madre de Dios durante la batalla. Y es que a priori el partido no estaba a favor de los aliados, por lo que la proeza se consideró un auténtico milagro que ayudó a popularizar el rezo de esta mariana devoción.
Emocionado por la victoria, Pío V quiso agradecer a Luis de Requesens su valentía y liderazgo regalándole la talla de la Virgen del Rosario ante la que él mismo había rezado tanto. Para la conmemoración de semejante triunfo, este vecino ilustre de Villarejo ordenó construir en la localidad un convento santuario en honor a Nuestra Señora de la Victoria. Así fue rebautizada en 1573. En 2021 toda la diócesis se engalana para celebrar por todo lo alto el 450 aniversario de esta hazaña, de sus moradores y su Virgen.
¡Una procesión - esta sí - pasa por agua!
A falta de drones, buenos son barcos
A pesar de su gran poder, la España imperial no era un país como hoy, que puede contar con numeroso armamento moderno, como fusiles, portaaviones o drones. Como aún quedaban unos cuantos siglos para que se inventara toda esa tecnología, hacían falta grandes dosis de imaginación para establecer toda una enorme infraestructura de dominio de territorios en distintas partes del mundo.
España fue el primer país en crear una infantería de Marina y un sistema naval que dominó los mares hasta la derrota de Trafalgar. Vale, todo eso está muy bien, pero ¿qué tiene que ver el mar con Villarejo de Salvanés, una localidad de interior que está a más de 300 kilómetros del mar más cercano? Pues aunque no lo parezca… ¡bastante!
Esta zona contaba con una flora y un bosque abundante, que en gran medida fue talado para luego ser roturado. En su gran mayoría esta tala se produjo para la construcción de barcos —hay que decir que las mayores roturaciones de bosque en Europa se realizaron en la Edad Media y la Edad Moderna—. Pero Villarejo y Fuentidueña no solo contribuían a la armada con madera de sus tierras, sino también con el esparto para las cuerdas o el cáñamo y el lino de las velas.
El oficio de marinero no es una profesión precisamente fácil, y si no lo es en los tiempos actuales, ¡imagínate en el siglo XVI! A pesar de la visión romántica que tenemos de los galeones surcando los océanos con las velas desplegadas, lo cierto es que en el Mediterráneo seguían siendo vitales las galeras, y estas funcionaban con remeros, así que, por mucha función bélica que tuviera la nave, no solo podía haber marineros o militares, sino que se necesitaba gente para distintas tareas, que era la llamada chusma.
Las condiciones en alta mar eran extremadamente duras, ya que la larga navegación hacía que fuera muy difícil conseguir alimentos frescos, el escasísimo espacio implicaba numerosas incomodidades y el trabajo de remeros suponía un esfuerzo a menudo sobrehumano.
Con esta perspectiva, ¡es lógico que no se presentasen muchos voluntarios! Por eso se recurría a los forzados, que eran gente de diversa procedencia —prisioneros de guerra, delincuentes…— obligados a ir a galeras para paliar la escasez de gente. Esto era una especie de condena a muerte encubierta, porque las tremendas condiciones de las galeras en cuanto a falta de higiene, enfermedades contagiosas, infecciones de heridas, agotadoras jornadas de trabajo, etc, hacían que su esperanza de vida no fuera más allá de los cuatro años. Entiendes ahora por qué hoy día el término chusma se utiliza para hablar en sentido despectivo de alguien, ¿verdad?