Para ser lo más rápidos posible y escribir todo lo que se decía utilizaban un sistema taquigráfico, Los taquígrafos registraban todo con símbolos, letras y abreviaturas, en tablillas de cera doble donde se escribía con un punzón llamado stilum ¡súper práctico a la hora de corregir pues podían borrar con su propio dedo!
Esta capacidad de reflejar en documentos la realidad de lo ocurrido fue muy valorada por los cristianos, pues dejaban constancia de la actitud de los mártires ante su proceso judicial. Estos documentos llamados actas de los mártires, nos informan también sobre la forma heroica en la que murieron muchos de los primeros cristianos en defensa de la fe, y fueron conservadas celosamente por sus contemporáneos como ejemplo a seguir, dando lugar en muchos casos a su canonización. Nos han llegado muy pocos de estos documentos de forma directa, pues en tiempos de Diocleciano muchas actas martiriales fueron destruidas y otras muchas desaparecieron con las invasiones bárbaras, quedando solo fuentes secundarias de documentos escritos a partir de ellas. Estas herramientas contribuyeron al conocimiento de la realidad histórica de los primeros tiempos de la Iglesia. Uno de los primeros historiadores que utilizó este método científico a la hora de investigar las fuentes históricas materiales fue Ambrosio de Morales, que escribió las memorias de la vida y martirio de Justo y Pastor siguiendo el método científico moderno. Tiró del hilo de la historia, ¡hasta que consiguió seguirle la pista a las reliquias de los Santos Niños, desde que se enterraron hasta que regresaron a Alcalá más de mil años después!