“Katharine Queen of England”, esta es la inscripción que preside su tumba en la catedral de Peterborough, donde, además, cada 29 de enero se honra su memoria con diversas actividades.
La verdad es que la hija pequeña de los Reyes Católicos no dejaba indiferente a nadie; esta alcalaína -nacida en el Palacio arzobispal de Alcalá de Henares,- poseía unas cualidades intelectuales con las que pocas reinas podían rivalizar. Con ella se podías hablar de literatura clásica, historia, filosofía, teología, derecho canónico y civil, aritmética, música, danza, dibujo, genealogía y heráldica. Con razón entre sus amistades se encontraban eruditos de la talla de Erasmo de Rotterdam y Tomás Moro. Como ves a Catalina se la formó como si se tratase del rey varón con más aspiraciones del Renacimiento europeo. Según cuentan las crónicas inglesas, tal fue la impresión que Catalina causó en la gente que incluso su enemigo Thomas Cromwell dijo de ella: «Si no fuera por su sexo, podría haber desafiado a todos los héroes de la historia». ¡Ahí, es nada!
Catalina llevó a la corte inglesa el ideal cisneriano de la visión humanista del conocimiento y de la importancia de la educación accesible para todos. De hecho, sabemos que encargó a Juan Luis Vives el libro De institutione feminae christianae en el que se afirmaba el derecho de las mujeres a la educación. Este afán filantrópico también llevó a Catalina a sacar tiempo para iniciar un amplio programa para el socorro de los pobres, conquistando aun más el corazón de los ingleses.