Sí, y en buena medida porque autores tan reputados como Plinio el Viejo o Estrabón les dedicaron muchas alabanzas, algo muy valorado en una sociedad que estaba loca por las carreras de cuadrigas. Los caballos de Hispania se adquirían para los espectáculos de los grandes circos, incluido el Circo Máximo de Roma. En las afueras de Complutum, al noroeste, se encontraba un importante criadero de caballos que hoy conocemos como la Villa del Val. Sabemos que su propietario estaba orgulloso de la calidad de sus caballos, porque en su villa se encuentra un espectacular mosaico de un auriga (piloto de carros) con las palmas de la victoria —vamos, que debía estar acostumbrado a alcanzar la pole position con ellos—. Por cierto, la palma, símbolo de la victoria para los aurigas, en poco tiempo empezó a ser utilizado por los cristianos como icono del triunfo ante el martirio.
Los caballos de Hispania, los Fórmula 1 del Imperio
Los caballos de Hispania, los Fórmula 1 del Imperio
Los caballos de Hispania se adquirían para los espectáculos de los grandes circos, incluido el Circo Máximo de Roma. En las afueras de Complutum, al noroeste, se encontraba un importante criadero de caballos que hoy conocemos como la Villa del Val.