Complutum
El ser humano y la manía de vivir siempre en el mismo lugar
Información
Antigua ciudad romana sobre la que actualmente se levanta Alcalá de Henares
Entre los siglos I a.C. y el V d.C.
Todos sabemos que vivimos en un país ”viejo”, donde la presencia de culturas avanzadas así como el origen de ciertas ciudades data de antiguo. De hecho, muchas ciudades españolas conocidas tienen una larga historia tan fascinante como la de Alcalá de Henares, pero puede que el público en general todavía no la conozca del todo. Aquí queremos contarte cómo los romanos influyeron en la vida de la población local, dando nombre, además a la archiconocida Universidad Complutense: Complutum, de la que queda aún mucho por excavar y por descubrir. Te vamos a contar cómo era la vida cotidiana en una ciudad romana de provincias y de como esta se proyectó al resto del imperio, con productos, servicios y personajes autóctonos que trascendieron en importancia tanto en el imperio como en los siglos posteriores.
Del puño de hierro al guante de seda
Para comprender el contexto donde se desarrolla Complutum tenemos que recurrir a la geografía antigua. El territorio en el que se encontraba era conocido como Carpetania, una región localizada en torno al valle del Tajo y que limitaba con el territorio de otros pueblos como los vetones o celtíberos. Aunque sabemos relativamente poco de sus pobladores, podemos decir que eran similares, en lo relativo a la cultura y a la lengua, a sus vecinos celtíberos, un pueblo muy guerrero que, precisamente por ser así, probablemente ejerciera influencia en pueblos de alrededor.
Se suele decir que Roma debe gran parte de su éxito como sociedad y estado dominador a que supo integrar a los pueblos que iba conquistando y les otorgaba privilegios; sin embargo ¿fue siempre así? La respuesta es rápida: no. No podemos pensar en Roma como una sociedad que apenas experimenta cambios desde su fundación allá por el siglo VIII a. C., hasta su caída en el siglo V. El objetivo original de Roma era el dominio de Italia, sin embargo, cuando tras las guerras con Cartago se ve empujada a extender sus dominios por el Mediterráneo, no lo hará de forma amistosa precisamente.
Entre los dominios que Roma someterá a sangre y fuego está la celtiberia. La Carpetania corrió mejor suerte; fue conquistada de forma pacífica. Así empieza la historia de la ciudad romana de Complutum. En un comienzo se establecieron en el cerro de San Juan del Viso en el poblado carpetano existente, donde se cree que previamente había un campamento militar; sin embargo, en el siglo I a. C. la situación comenzará a cambiar. En esta época, Roma estaba envuelta en un continuo de guerras civiles y en ellas Hispania jugaba un papel central; por ello, los distintos generales empezaron a intentar ganarse el apoyo de la población local concediéndole privilegios, ¡para que luego digan que las cesiones políticas son cosas del presente!
Avanzando el tiempo las ciudades romanas, en especial tras la pax romana de Augusto, empezaron a construirse en el llano. Ya no hacía falta hacerlas en lugares altos ni fortificados porque no había un enemigo a las puertas: los antiguos pueblos que estaban en lucha ahora habían sido pacificados e integrados bajo el poder romano. La propia Complutum en el siglo I comienza a edificarse en el llano, abandonando el antiguo asentamiento del cerro de San Juan del Viso.
Suelo radiante
¿Qué han hecho los romanos por nosotros?
“¿Qué han hecho los romanos por nosotros?”… Si los Monty Phyton le hubiesen preguntado a los carpetanos en vez de a los del Frente Popular de Judea en la Vida de Brian la respuesta habría sido muy distinta. Roma ofrecía avances tan modernos para las tribus carpetanas que habitaban el antiguo territorio de Complutum que cualquiera se resistía. Si con el sistema de alcantarillado o el asfaltado de calles y vías se les debieron quedar los ojos como platos, ¡imagínate cómo estarían cuando visitaron por primera vez las termas!, además, tenían para elegir: o las de la zona norte o las de la zona sur.
Por otra parte, el comercio entre las diferentes partes del Imperio permitía la presencia de bienes que antes hubiera sido impensable conseguir… ¡así cualquiera quería ser romano! Y por si todavía quedaba algún escéptico, la situación todavía podía ir a mejor, ya que en el año 74 d. C., con la llegada al trono de la dinastía Flavia se concedió a Complutum el ius latii, es decir el derecho latino y con la dinastía Severa se concedería a todos los habitantes del Imperio la ciudadanía romana.
El apogeo de las ciudades llegó con el periodo alto imperial, y se puede apreciar en la riqueza de sus bienes muebles, etc. que, a falta de datos macroeconómicos (pedirle a los romanos que conociesen el PIB ya sería demasiado), son indicadores de que la situación económica era buena. Como muestra de este urbanismo de lujo en Complutum destacan los mosaicos encontrados en Casa Hippolytus, así como las pinturas murales que decoran la Casa de los Grifos, que recibe su nombre de los grifos —animales mitológicos— que la decoraban y que perteneció con seguridad a una familia adinerada. De hecho, en una de las estancias de esta casa, se ha encontrado lo que podría ser el primer retrato de una mujer alcalaína. Estos edificios son una muestra de la superioridad del urbanismo romano y la comodidad que este suponía frente a las antiguas aldeas fortificadas.
A pesar de esta explosión urbana, la mayoría de las personas seguían viviendo en el campo —pese a su grandeza, Roma seguía siendo una economía agraria—, las ciudades eran un sistema de organización territorial aprovechado por los romanos para darle una estructura a un territorio cohesionado. Estas ciudades estaban unidas por medio de calzadas, que eran las autopistas de la antigüedad y suponía un gran avance en la organización de la sociedad.
¿Sabías que hace 2.000 años los romanos ya habían descubierto el 'Fast Food' y el 'Take Away'?
Lujo Oriental
Para los romanos, la cúspide de la civilización era Grecia (aunque a diferencia de allí, en Roma los profesores estaban peor pagados ) y por ello, los que se lo podían permitir —en Roma no existía la educación pública— mandaban a sus hijos a ese país, como símbolo del máximo prestigio educativo, que sería como, hoy día, enviar a tu hijo a Cambridge.
Pero como no todo el mundo podía ir a Atenas a estudiar en la Academia o el Liceo, se establecieron diferentes lugares que estuvieran más a mano para satisfacer las necesidades educativas; entre ellos, en Complutum, la Casa Hippolytus.
Este lugar fue creado entre los siglos III y IV con el fin de educar a las élites locales y, a semejanza de sus tan admiradas instituciones educativas griegas, poseía jardines, cocina, baños termales y hasta un mausoleo en honor a una poderosa familia, los Aniios.
Los restos arqueológicos encontrados nos dan rendida cuenta de cómo esos primeros alumnos complutenses compartían un exótico espacio natural -en el que a partes iguales encontrabas vegetación autóctona mezclada con cedros, jazmines, tilos o palmitos –con hermosas aves provenientes del Mediterráneo Oriental. Además de aves y plantas, los niños también tuvieron la oportunidad de conocer los peces del Mediterráneo, que algunos tal vez nunca verían, a través de un precioso mosaico realizado precisamente por el maestro Hippolytus. ¡Así a cualquiera le entraba el teorema de Pitágoras! Además de su afán de conocimiento, los romanos también habían heredado de Grecia un refinado gusto por la naturaleza. La Casa Hippolytus representaba todo ese compendio de sofisticación en el que dar un paseo era todo un deleite para los sentidos.
Seguro que fue en un centro educativo de estas características donde estudiaban Justo y Pastor, dos niños que fueron condenados a muerte por el prefecto de la Provincia, durante la gran persecución de cristianos que tuvo lugar en época de Diocleciano, y que se han convertido en todo un símbolo de la ciudad de Alcalá de Henares.
Los caballos de Hispania, los Fórmula 1 del Imperio
Y llegaron los cristianos …
¿Cómo pudo caer un Imperio tan avanzado y bien organizado como el romano? Pues explicaciones hay muchas, hasta hay una que relaciona esta caída con el cambio climático, ¡tan de moda en estos tiempos!
Sea como sea, el caso es que a partir del siglo III llegaron distintas epidemias y guerras que provocaron una crisis en la mentalidad romana tradicional, especialmente en la religiosidad, y llevaron a los habitantes del Imperio a adoptar nuevas formas de pensamiento. Muchas doctrinas religiosas aparecieron intentando ocupar un lugar en la sociedad, sin embargo se acabaría imponiendo una venida de Oriente que hasta el siglo III d.C. había estado perseguida y relegada a la clandestinidad: el cristianismo.
Para entender esta diferencia de concepciones de vida y muerte tenemos que fijarnos en la figura del mártir, que fue un revulsivo para la religión cristiana. La palabra ‘mártir’ significa ‘testigo’, alguien que da testimonio de su fe. Los romanos empezaron a admirar a los cristianos frente a otras creencias porque, cuando estos afrontaban un proceso penal por motivos religiosos, a diferencia de otros no ocultaban su fe, decían la verdad, aun a sabiendas de que hacerlo les iba a costar la vida.
Justo y Pastor, dos niños de tan solo 7 y 9 años, se convirtieron en mártires de Alcalá siguiendo el ejemplo de su padre, que murió de la misma manera. Su creencia en un Dios justo y su coherencia animó a muchos complutenses a convertirse al Cristianismo. El gran cronista de la época Paulino de Nola elogió Complutum por la devoción que profesaba la ciudad a los Santos Niños y al valor de la familia y toda la comunidad cristiana que apoyó su decisión.
Era tal la veneración por los niños mártires, que la ciudad se convirtió en un lugar de peregrinación para los cristianos de toda Hispania, al haber sido los niños enterrados en un lugar apartado del Foro –donde hoy en día se encuentra la Catedral- Magistral–, hacia donde se fue trasladando poco a poco la población. Pero, aunque esto influyó, sin duda la decadencia de Complutum está muy relacionada con la decadencia del mundo urbano en la parte occidental del Imperio, un mundo cada vez más rural en el que las villas romanas cobrarán protagonismo como centros de organización de la vida de la población.